El perfil del redactor publicitario: la reinvención continúa

Homenatge a Brossa (2002), poesía visual de Cuca Canals

Homenatge a Brossa (2002), poesía visual de Cuca Canals

El perfil del copy ha ido evolucionando a lo largo de la historia. Con el paso del tiempo sus competencias y funciones se han ido ampliando. El redactor que se dedicaba a escribir textos meramente informativos cedió el paso a un profesional que primero tuvo que aprender a argumentar persuasivamente y después a generar ideas para conceptualizarlas en el marco de una estrategia de comunicación. Por otra parte, de redactar anuncios en los medios impresos (carteles, prensa, cartas comerciales) tuvo que aprender sucesivamente a escribir para la radio, a pensar en imágenes, dominar el lenguaje audiovisual de la TV y finalmente a expresar el mensaje en los medios digitales. En este artículo tomaré prestados conceptos que proceden del campo de los recursos humanos, especialmente de la selección de personal, para mostrar dicha evolución.

Perfil I (I-shaped). Hace referencia a aquellos profesionales que son expertos, tienen conocimientos profundos, en una disciplina muy especifica. A este perfil responderían los redactores cuya función se circunscribía históricamente a la redacción de los textos publicitarios, fundamentalmente de carácter informativo. Con el paso del tiempo, al incorporar nuevas funciones (estratégica, creativa, conceptual) el grosor de la I aparecería más marcado, pero esencialmente el redactor era el experto en la expresión verbal del mensaje publicitario.

Perfil T (T-shaped). Describe a un profesional que tiene habilidades muy profundas en un área de especialidad (como en el perfil I) y a su vez dispone de conocimientos en otros disciplinas en las cuales no es experto pero que le capacitan para colaborar con especialistas de éstas (el trazo horizontal de la T). Actualmente, el redactor publicitario debería responder a este perfil porque de él se espera no sólo que sea capaz de participar en el proceso creativo de un anuncio, sino también de otras ejecuciones, como por ejemplo, una aplicación móvil, una web o el guión de una narración transmedia. Especialmente en los proyectos digitales, el redactor hoy debe poseer aquellos conocimientos mínimos que le permitan colaborar con diseñadores digitales, desarrolladores de juegos y aplicaciones, arquitectos de la información y otros perfiles marcadamente tecnológicos

Sin título

El antecedente del redactor con perfil T se asemejaría a un hipotético perfil t que la realidad demuestra ya superado. En este caso el trazo horizontal más corto correspondería al período histórico -desde Bernbach hasta la actualidad- durante el cual el redactor ha colaborado estrechamente y casi de manera exclusiva con el director de arte formando la pareja creativa tradicional.

Perfil A (A-shaped). Se refiere a aquel profesional que es experto en dos disciplinas específicas (los trazos verticales de la A) y que también es competente en otras áreas de especialidad (el trazo horizontal de la A). Me permito hacer un poco de visionario: creo que este perfil corresponderá al redactor del futuro. Un profesional que además de ser experto en la expresión textual del mensaje publicitario también será un especialista del diseño gráfico en todas sus facetas, de manera que combinará a partes iguales y con plena competencia la redacción y la dirección de arte. Ya no estaremos ante un redactor, sino ante un nuevo perfil: el supercreativo.

REFERENCIAS

  • http://theadbuzz.com/2011/07/voices-the-new-creative-person-is-t-shaped/
  • http://tribalworldwide.com/news/blogs/talent-with-a-capital-t/
  • http://onproductmanagement.net/2012/05/20/t-shaped-skills-and-more/
  • http://chiefexecutive.net/ideo-ceo-tim-brown-t-shaped-stars-the-backbone-of-ideoae%E2%84%A2s-collaborative-culture
  • http://edwardboches.com/the-new-creative-team-and-getting-it-to-work

yo confieso

Brock Davies Que dudo y me he vuelto escéptico: de tanto escuchar que “nadie lo va a leer” voy en camino de creérmelo. Que me he acostumbrado y resignado a trabajar sin briefing o con briefings inservibles. Que me han pedido humo y lo he vendido. Que he escrito todo tipo de falacias para productos inútiles o que hacen que el mundo no sea mejor. Que me dejo ganar, que ya no lucho por mis textos como solía. Que ya apenas siento ningún tipo de frustración cuando alguien enmienda lo que he escrito. Que siento envidia del talento de otros. Y sí, por definición, la envidia nunca puede ser sana. Que ante tanto storytelling, branded content, transmediaengagement, SEO, SEM y demás ando un poco despistado, será cosa de la edad. Que he escrito “el mejor”, todas sus declinaciones posibles y otras muchas palabras huecas y desgastadas. Que sigo sintiendo pánico ante la hoja en blanco. Que no he escrito aún la letra de un jingle. Que doy clases de redacción publicitaria en una facultad universitaria de comunicación y no en una escuela de creativos molona o molongui. Que soy un redactor que no sabe de InDesign ni Illustrator ni tampoco diseñar ni programar webs. Que cuando hablo prefiero no molestar a nadie, aunque no diga absolutamente nada. Culpable

ética para unos cuantos

En el kit del copy no puede faltar la ética porque, como comunicadores, los redactores tenemos una responsabilidad social que no debemos eludir. La publicidad siempre está bajo sospecha. Se la acusa de manipular nuestros cerebros y nuestras emociones por medio de malas artes y se le atribuye un poder de persuasión casi sobrenatural. Tal vez por ello la creatividad publicitaria está tan condicionada por un sinfín de normativas legales. En caso de que la ética individual de cada publicitario o de cada anunciante falle, siempre habrá una norma o un código que nos recuerde que todo no vale y que el fin no justifica los medios. Así, existen una Ley General de Publicidad, innumerables normas que regulan la publicidad de determinados productos, una asociación que autorregula el sector, códigos generales y sectoriales de conducta de la actividad publicitaria, etc, etc. Nada que decir.

Pero ¿qué pasa con las otras formas de comunicación social? ¿Se les exige lo mismo que a la publicidad? ¿Existe una doble moral? Nos rasgamos las vestiduras si el anuncio de TV de un portal inmobiliario muestra imágenes fijas de jóvenes practicando sexo en un coche y las televisiones lo vetan; en cambio no pasa nada si se emiten imágenes parecidas, pero reales, en programas donde decenas de cámaras lo ven todo y lo retransmiten sin pudor. La publicidad no puede, faltaría más, presentar a las mujeres de forma vejatoria o discriminatoria; en cambio no pasa nada si alguien que se dice periodista escribe un artículo tratando a las chicas que van a estudiar un Erasmus cuando menos de “ligeras”, sexualmente hablando. Tampoco la publicidad puede denigrar a las personas ni ir en contra de su dignidad; en cambio no pasa nada si los tertulianos y presentadores de cadenas de TV de dudoso talente democrático jalean cada noche el odio hacia todo aquel que no comparte su pensamiento o sencillamente es diferente (y aquí cabe incluir, entre otros, a socialistas y comunistas, nacionalismos periféricos -los catalanes y el catalán, su obsesión preferida-, homosexuales y, últimamente, activistas del 15M y de la PAH). Ah, claro, es que esto es libertad de expresión y lo otro, publicidad.

el kit del copy

1. Pensar en imágenes. 2. Sentido del ritmo. 3. Solo lo relevante. 4. Embeberse de todo. 5. Plasticidad para adaptarse a cualquier estilo. 6.  Generar ideas. 7. Siempre contra el reloj. 8. Exprimir la idea. 9. Realzar el texto. 10. Keep it simple (claridad, brevedad, concisión, precisión). 11. Los detalles cuentan. 12. Atrevimiento: no pasa nada si se nos va la pinza . 13. La lengua. 14. Motivación. 15. Persuasión y seducción. 16. Espíritu vendedor. 17. Si no un brief, un poco de orientación. 18. No se puede dejar escapar ninguna idea. 19. Enchufarse a la realidad. 20. Desconectar también va bien. 21. Ética. 22. Hacer sorprendente lo que es evidente. 23. Renunciar. 24. Un poco de suerte siempre va bien. 25. Escribir, reescribir. 26. Pasión y vocación. 27. Una idea no expresada no es una idea.  28. Humildad. 29. Everything is a remix. 30. Trabajar en equipo. 31. Para dar las vueltas de rigor.

redactor digital o redactor a secas (y II)

Foto: Martí Garcia

En la primera parte de este artículo recopilaba los comentarios que se vertieron en un grupo de Linkedin especializado en redacción publicitaria a raíz de la discusión que generó la intervención de un miembro que mostraba su disconformidad al oír hablar de redactor digital, al considerar que no tenía sentido el calificativo. Entonces me limité a dejar constancia de las opiniones polarizadas que había suscitado el debate y dejé en el aire mi punto de vista. Por si a alguien le interesa, esto es lo que pienso.

Quien me conoce sabe que nunca me ha gustado la creación de compartimentos en un intento de parcelar la realidad. Pero me parece muy bien que quien desee hacerlo lo haga y se defina como le parezca mejor, todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida y posicionarse profesionalmente según sus intereses. Por otro lado, si lo que buscan las empresas son redactores digitales, veo difícil que se les pueda convencer de que lo que realmente necesitan es simplemente un buen redactor.

Dicho esto, considero que el espacio web, el mundo de las aplicaciones móviles, el de las redes sociales, en definitiva, el mundo digital, tiene una especificidad, unas reglas propias muy marcadas que hay que conocer, pero sobre todo entender. Y remarco entender porque para mí, lo realmente importante no es una cuestión que afecte tanto a la escritura digital como a la creatividad digital y, en concreto, a la conceptualización de las ideas. Todo redactor publicitario en primer lugar debe ser creativo y conceptualizador de ideas.

Redactar para la red debería resultarle relativamente sencillo si conoce las peculiaridades del medio, si aplica las técnicas adecuadas de la escritura digital: que si redacción SEO, que si trocear el texto mediante el chunking, que si cada párrafo una idea, que si guiar la lectura mediante el hipertexto, etc. Pero esto son recetas, técnicas (ars) que se podrían aprender en manuales, en cursos de formación, en blogs especializados y, naturalmente, con la práctica del oficio.

Pero yo estoy hablando de ideas y éstas no se aprenden, dependen del talento creativo. ¿Será ese redactor, que es magnífico creando y escribiendo anuncios enmarcados en 30 segundos o en una página de revista, capaz de dar con ideas que funcionen en el entorno digital, que es abierto, flexible, dinámico, colaborativo, multidireccional, interactivo, tecnológico, complejo, viral, social, impredecible y no sé cuántas cosas más? That is the question.

¿Qué es un redactor publicitario actualmente?

Rango, un camaleón con crisis de identidad

Por este desorden:

  • Un creativo.
  • Alguien que no puede defraudar a quien ha decidido tomarse su tiempo para leer o escuchar el texto de un anuncio.
  • Alguien con el que todo el mundo se atreve porque se supone que todos sabemos escribir ¿no?
  • Alguien que está buscando su lugar en la era de la postpublicidad.
  • Alguien a quien ya casi nadie invita a una fiesta, pero a la que se cuela discretamente para acabar siendo el protagonista.
  • Alguien con altas dosis de tolerancia a la frustración y complejo de peonza: “dale otra vuelta, que no nos acaba”.
  • Alguien que, en un mundo de marcas, no se olvida de argumentar a favor de productos.
  • Alguien que iría a Supervivientes y ganaría: ¡le han dado por muerto y enterrado tantas veces!
  • Alguien que con la palabra publicitaria tuvo que aprender, por este orden, a informar, persuadir, seducir y, finalmente, conversar y explicar historias de largo recorrido.
  • Alguien que se resiste a rendirse y se empeña obstinadamente en seguir escribiendo.
  • Alguien que todavía piensa y escribe anuncios de prensa, spots de TV, cuñas de radio, carteles, cartas de marketing directo o banners.
  • Alguien que se olvida de sí mismo para ponerse en la piel de los otros
  • Alguien que no puede llamarse redactor si, a pesar de su creatividad, no sabe expresar las ideas con palabras.
  • Alguien que se emociona cuando le dejan escribir “mucho texto”
  • Alguien a quien también llaman copy, redactor creativo o redactor conceptual.
  • Un camaleón.

redactor digital o redactor a secas (I)

Soy miembro de un grupo de discusion en Linkedin especializado en redacción publicitaria: Advertising Copywriting. Hace unas semanas alguien inició un debate con un comentario en el que mostraba su hastío ante la etiqueta redactor digital aduciendo que lo que importaba de verdad era la redacción en sí y no el medio. Estas fueron sus palabras literales:

“For the love of God will people stop asking for ‘digital copywriters’. If you can write copy it doesn’t matter a flying fandango what medium you work in. I’m sick to death of this idiot pidgeonholing”.

La discusión que generó esta intervención se prolongó durante muchas jornadas y dio lugar a cerca de ¡500! comentarios. Confieso que mi papel fue de mero lurker, pero a cambio compilé buena parte de la conversación para resumiros en este artículo las ideas principales y los giros que se producían en el debate. Como suele suceder, las opiniones se polarizaron entre los que estaban totalmente de acuerdo con el comentarista inicial y los que no.

Los principales argumentos de los primeros fueron:

  • Un buen redactor es buen redactor en cualquier medio, si no funciona off-line tampoco lo hará on-line.
  • No importa para qué medio se escriba, los requisitos son exactamente los mismos: todo redactor debe ser creativo y persuasivo porque su objetivo último es el mismo: influir en la actitud o el comportamiento del receptor.
  • Las habilidades redaccionales son transferibles de medio a medio. Cada uno tiene sus reglas, pero solo hace falta entenderlas y aplicar las técnicas adecuadas de redacción.
  • Si no se hace referencia a redactor de anuncios de TV, redactor de radio, redactor de publicidad en el punto de venta, etc. ¿por qué se considera que se deba hablar, en cambio, de redactor digital o redactor web?
  • Cualquier redactor puede aprender los supuestos requisitos especiales de la escritura digital, de la misma manera que cualquier redactor que se precie tiene que saber redactar, por ejemplo, un sales folder, una carta de marketing directo o un folleto corporativo.
  • Destaco también el debate y la polémica que suscitó un participante al afirmar que alrededor de la escritura digital se había edificado toda una aureola mística elevándola a una especie de arte sagrado, inescrutable, un arcano solo al alcance de unos pocos elegidos, todo para defender una parcela profesional propia y vedada a los redactores de la “vieja escuela”. En la misma línea, alguien afirmaba que demasiados profesionales y demasiadas empresas están implicadas en perpetuar lo digital como algo diferente, y que si de repente se descubriera que la redacción digital no es tan especial y mágica como nos quieren hacer pensar, muchos de los“expertos digitales” iban a sentir amenazada su posición.

Los que sí que consideraron la conveniencia del adjetivo digital lo argumentaron así:

  • Escribir para los medios sociales, dispositivos móviles,  la publicidad on-line en general o redactar contenidos web requiere habilidades y conocimientos específicos (interactividad, SEO, arquitectura de la información, etc.)  que no son necesarios en medios off-line.
  • Muchos redactores tradicionales no están preparados para el on-line, sea porque no les interesa,  porque no lo  entienden, por falta de experiencia o simplemente por incompetencia, por lo que es imposible que puedan atribuirse el adjetivo digital.
  • Los redactores con talento pueden escribir lo que se propongan pero hay un mérito en la especialización: algunos son mejores como guionistas de spots, otros escribiendo anuncios de prensa o carteles de publicidad exterior, y otros, los digitales, escribiendo para la web.
  • Los redactores tradicionales que no quieren reconocer las peculiaridades de la redacción digital tienen un problema. Resistirse a admitir que escribir para los medios digitales es diferente es un error. Hay quienes están dispuestos a reconocerlo, mientras que otros no quieren renunciar a su zona de confort para permanecer en ella.
  • En un momento dado surgió el tema de la edad: eso sí que levantó ampollas y el debate se enfangó  en un conflicto generacional. Más de un participante sostenía que la mayoría de detractores eran auténticos dinosaurios publicitarios en fuera de juego profesional, resentidos por el hecho de no poder competir de tú a tú con los jóvenes nativos digitales.

En definitiva, planteado como un ejercicio de tesis-antítesis-síntesis, las opiniones mayoritarias del debate se podrían resumir así:

TESIS: No tiene sentido hablar de redactor digital porque si se es buen redactor el medio no tiene ninguna importancia.

ANTÍTESIS: Está plenamente justificado porque el redactor digital debe poseer unas habilidades y unas competencias especiales que no requiere el redactor tradicional.

SÍNTESIS: Ciertamente, quien quiera dedicarse a redactar en entornos digitales debería aprender ciertas “cosas”; pero no hay nada especial en ello, todo buen redactor puede hacerlo si se le concede el tiempo necesario, recibe la formación adecuada y, especialmente, si puede ponerlo en práctica.

redactor y director de arte: ¿hasta aquí hemos llegado?

“It is amazing what you can accomplish if you do not care who gets the credit”

(H. Truman)

La historia de la publicidad nos dice que el origen del tándem creativo redactor-director de arte hay que situarlo a finales de la década de los 50 cuando Bill Bernbach lo introdujo en  en la agencia DDB (Doyle Dane Bernbach) como la mejor fórmula para potenciar la creatividad en un momento en que la mejor publicidad se encontraba en los anuncios impresos de los periódicos y de las revistas. Hasta entonces cada uno trabajaba de manera independiente, el redactor solía ser el encargado de generar la idea publicitaria y solo cuando ya la había expresado verbalmente era cuando la traspasaba al director de arte para que la vistiera des del punto de vista gráfico. Parece ser que incluso era habitual que hasta entonces no compartieran despacho y ni siquiera edificio.

Desde entonces este dúo profesional ha sido la esencia de la estructura del departamento creativo de la mayoría de agencias. Pero las cosas han cambiado mucho desde entonces. Mientras unos siguen defendiendo la vigencia y la eficacia del binomio redactor-director de arte, otras voces lo cuestionan o, directamente, ya lo dan por finiquitado. Y así como Bernbach demolió las paredes que separaban ambos perfiles profesionales, ahora hay quienes consideran que hay que desmoronar el  silo en que, según su parecer, se han convertido los departamentos creativos tradicionales.

En el siguiente vídeo podéis escuchar qué opinan algunos creativos de renombre al preguntarles si el equipo redactor-director de arte se podía dar por muerto:

La mayoría de los entrevistados considera que la combinación del talento de ambos perfiles continúa funcionando, que esta forma de pensamiento publicitario sigue demostrando su eficacia cuando se trata de alcanzar ideas brillantes. Pero también se admite que es necesario incorporar en el proceso creativo a otro tipos de perfiles, fundamentalmente como resultado de la revolución digital y la aparición de los medios sociales. De manera que en muchos casos, para crear un proceso de trabajo sólido sobre el cual generar las ideas y construir la estrategia creativa, se requiere ir más allá del equipo creativo tradicional e involucrar las habilidades y las competencias de otros profesionales (arquitectos de la información, diseñadores interactivos, diseñadores de aplicaciones, expertos en medios sociales, etc).

Así piensa también Edward Boches, director de innovación de la agencia Mullen, en un interesante artículo sobre el nuevo modelo de agencia de publicidad, The new creative team and getting it to work, donde aboga directament por canviar el equipo creativo:

«You can make ads with a writer and art director. But if you want to conceive and execute platforms, utility and experiences, you need IA, UX, technology, connection planning and social media working together. This is a significant change for many agencies but one that is absolutely essential.  It may come with pain and resistance but what choice to you really have? The post digital days are upon us.»

Y para los románticos que aún creen en el amor, la agencia Imaginarte tuvo una divertida idea: crear la primera capilla para realizar bodas entre parejas creativas que quieran oficializar su relación y testimoniar su fidelidad. Podéis seguir el desarrollo de la idea en su blog y revivir la primera boda simbólica en este vídeo. Espero que no acaben en divorcio.

 http://vimeo.com/37244991

ahora resulta que somos storytellers

Storytelling es de un tiempo a esta parte la palabra que está en boca de todos. El arte de narrar historias o de convertir un mensaje en relato parece ser el imperativo de la comunicación actual.

Según nos cuenta Antonio Núñez, consultor de comunicación especializado en storytelling, en un capítulo del libro colectivo publicado recientemente por APG Spain Planificación Estratégica: la relevancia del consumidor en comunicación comercial vista por los planners, el Pentágono utiliza el storytelling para diseñar sus estrategias de crisis, la NASA para que sus científicos relaten sus descubrimientos de manera seductora, multinacionales como Microsoft para que sus ejecutivos comuniquen y presenten sus ideas con mayor capacidad de persuasión, los pedagogos para elaborar programas educativos o los coachers para el desarrollo personal y profesional de sus clientes. Y llevándolo al terreno de la planificación estratègica, afirma que los planners deben “aprender a crear y narrar relatos, y entender sus orígenes, sus mecanismos de propagación, sus tipping points y sus ciclos vitales en la red, en las diferentes pantallas y en el proceso de propagación de boca en boca”.

Y como parece ser que nada ni nadie escapa al influjo de la narración de relatos, resulta que ahora los redactores publicitarios, además de creativos y vendedores, también tienen que ser storytellers. Por ejemplo, Teressa Iezzi afirma que el storytelling “is the essential job of the copywriter” y añade que “as a copywriter of any description, you are charged with telling a brand story”. Pero me pregunto: ¿Acaso alguna vez habían dejado de serlo? ¿Acaso no era una historia lo que nos contaba John Caples ya en 1926 cuando, para anunciar los cursos por correspondencia de la U.S. School of Music, escribió uno de los mejores anuncios de la historia con su famoso titular «They laughed when I sat down at the piano – but when I started to play!»? ¿Y no son historias lo que nos cuentan la mayoría de anuncios de TV o las buenas cuñas de radio?

Seguro que no es tan sencillo porque el storytelling en mayúsculas debe de ser algo mucho más profundo. Me parece que utilizamos el término con demasiada ligereza. Dudo que la mayoría de profesionales que se dedican de verdad a ello consideren los ejemplos que he mencionado antes como una buena muestra de storytelling. Lo que sí que es cierto es que los redactores a lo largo del tiempo hemos ido cambiando la manera de explicar nuestras historias y la hemos ido adaptando a la evolución de los formatos publicitarios y a las tecnologías que han ido surgiendo. Inicialmente, las historias publicitarias empezaban y terminaban en una página de premsa o de revista; con la llegada de la radio, se podían cantar en forma de canción publicitaria o jingle, con la aparición de la televisión se tuvo que aprender a explicarlas utilizando todas las posibilidades del audiovisual; y ahora, acogiéndonos al concepto de transmedia tal como lo definió Henry Jenkins, debemos reciclarnos para ser capaces de explicarlas y desplegarlas a través de múltiples plataformas en las que en cada una se cuenta una parte de una historia que adquiere sentido y se va construyendo gracias al compromiso y la participación del receptor. De manera que ya ni siquiera tenemos que ser storytellers sino transmedia storytellers.

a Miquel Altarriba

Este artículo quiere ser un pequeño homenaje a Miquel Altarriba y debería haber sido el primer post publicado en Think copy.

Para quien no lo conozca, la biografía oficial dice de él que es doctor en Publicidad y Relaciones Públicas, que hasta hace algunos meses atrás -cuando empezó a retirarse profesionalmente- fue el director del departamento de publicidad en la Facultad de Comunicación Blanquerna-Universidad Ramon Llull, que es profesor de creatividad y redacción publicitaria, que se inició como redactor en Danis Publicidad Técnica y después fue director creativo en Danis Benton & Bowles y en McCann-Erickson, que fue cofundador de la agencia digital Briefing y autor de los libros de redacción publicitaria -imprescindibles- Del pregó al web. Una síntesi històrica de la redacció creativa en publicitat  i Què dir, a qui i per què? Retòrica i redacció publicitària y, como anécdota, que es el autor del aún vigente eslogan De El Caserío, me fío

Lo que no dice esta fría biografía es que él tiene mucho que ver en el hecho de que actualmente me dedique a la publicidad. Porque fue su pasión por la profesión la que me hizo interesarme por la comunicación empresarial y porque más tarde confió en mí para incorporarme como profesor en la universidad. Tampoco explica que el doctor Altarriba es lo más alejado del estereotipo del publicitario. No es muy usual encontrarse con un profesional del sector que hunda su saber en el pensamiento de los clásicos, que domine el latín y el griego, que haya sido capaz de practicar desde la teoría y teorizar desde la práctica rescatando el discurso metapublicitario de su aparente vacuidad o cuya oratoria sea capaz de desgranar un discurso profundo, sólido y coherente desde la primera hasta la última palabra.

Y su biografía tampoco hace referencia a los momentos que compartió conmigo. Recuerdo especialmente cuando me pasaba por su despacho para saludarle o por cualquier otro motivo y no me dejaba marchar explicándome, dramatizándome incluso, el guión de su próxima clase de creatividad o de redacción publicitaria. ¡Cuánto aprendí en aquellas improvisadas clases particulares! Y entre lo que pude retener siempre procuro no olvidar esto:

«Un anuncio debe hacerse ver y escuchar, pero no puede ser la estridencia de la insensatez.”

Por todo lo dicho hasta ahora será inevitable que en Think copy se refleje su influencia, que resuene el eco de sus enseñanzas o que me refiera a él directamente.

Dice la pedagoga sueca Inger Enkvist, autora de La buena y la mala educación, que “de un buen profesor no te olvidas jamás”; y es verdad, doctor Altarriba.

Moltes gràcies i a reveure!